Francisco Romero, el padre del toreo moderno

Francisco Romero, el padre del toreo moderno y alma de Ronda

Cuando se camina por las empedradas calles de Ronda, uno no tarda en encontrarse con el eco de una historia que ha marcado no solo a esta ciudad malagueña, sino también al alma misma de la tauromaquia. Ese eco lleva el nombre de Francisco Romero, figura legendaria y pionero indiscutible del toreo moderno.

Nacido en Ronda a finales del siglo XVII —alrededor de 1700, aunque los registros no sean del todo precisos—, Francisco Romero no fue solo un torero. Fue el hombre que transformó un juego ancestral en un arte estructurado, valiente y profundamente español. A él se le atribuye la introducción de la muleta y el uso reglado de la espada en la lidia, elementos esenciales que aún hoy definen la esencia del toreo.

La revolución de la muleta

Antes de Francisco Romero, los toreros salían al ruedo principalmente a caballo, enfrentando a los toros con lanzas y en condiciones muy diferentes a las actuales. Francisco cambió las reglas del juego: bajó del caballo, tomó la muleta en sus manos y encaró al toro a pie, con una temeridad que rozaba lo poético. Esta innovación no solo transformó el espectáculo, sino que dotó a la tauromaquia de un lenguaje dramático y expresivo que cautivó al pueblo.

Su estilo combinaba temple, conocimiento del animal y una valentía serena que contrastaba con la brutalidad del enfrentamiento. No era solo un espectáculo de fuerza, sino un ritual cargado de simbolismo y técnica. Desde entonces, el torero se convirtió en un artista, y el ruedo, en su escenario.

Ronda, cuna del arte taurino

Francisco Romero no puede separarse de Ronda. Aquí vivió, aquí toreó y aquí sembró la semilla de una dinastía que haría historia: su nieto Pedro Romero, también torero, se convertiría en una leyenda por derecho propio, con más de 5.000 toros lidiados sin una sola cogida mortal.

La Plaza de Toros de Ronda, una de las más antiguas y bellas de España, se erige como un templo en honor a esta tradición. Cada rincón de su graderío recuerda el eco de las faenas de los Romero, y cada Feria de Pedro Romero revive el legado de una familia que convirtió el toreo en arte.

Más allá de la arena

La historia de Francisco Romero es también la historia de Ronda: un pueblo de piedra y cielo, de silencio y bravura, donde lo antiguo convive con lo eterno. La ciudad ha sabido mantener viva la memoria de su héroe taurino con respeto y orgullo. Su nombre decora calles, plazas y conversaciones; su espíritu late en cada paseíllo.

Hoy, más de tres siglos después, Francisco Romero sigue siendo un símbolo. No solo del toreo, sino de la valentía creativa, del ingenio que transforma la tradición, y del profundo vínculo entre un hombre y su tierra.

Porque en Ronda, el toreo no es solo espectáculo: es herencia, es identidad. Y todo comenzó con él.

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