Richard Ford

Su nombre: Richard Ford, el caballero inglés que más y mejor supo mirar a este país con los ojos del Romanticismo. Entre los muchos lugares que visitó en sus extensas rutas a lomos de su inseparable “jaca cordobesa”, Ronda se convirtió para él en una parada memorable.

Richard Ford (1796-1858) y Ronda: El viajero romántico que cayó rendido ante el embrujo de la Serranía

Richard Ford , Ronda Romantica
Richard Ford , Ronda Romantica

En pleno siglo XIX, cuando España era aún tierra de contrastes, supersticiones, caminos polvorientos y leyendas, un viajero británico se adentró en su corazón con una mezcla de fascinación, erudición y una curiosidad sin límites. Su nombre: Richard Ford, el caballero inglés que más y mejor supo mirar a este país con los ojos del Romanticismo. Entre los muchos lugares que visitó en sus extensas rutas a lomos de su inseparable “jaca cordobesa”, Ronda se convirtió para él en una parada memorable.

Ford llegó a Ronda en la primavera de 1832, tras atravesar Gaucín y antes de dirigirse hacia Grazalema, en uno de los múltiples viajes que realizó por Andalucía durante los tres intensos años que residió en España. El escritor, dibujante y viajero romántico, conocido en Sevilla como “Don Ricardo”, no era un turista ocasional: recorría cada rincón con cuaderno en mano, recogiendo no sólo paisajes, sino también costumbres, anécdotas, tipos humanos y toda esa alma española que tanto le fascinaba y que luego volcaría con pasión —y una aguda ironía británica— en sus escritos.

Ronda, con su tajo vertiginoso, sus callejuelas encaladas y su mezcla de historia árabe y castellana, cautivó a Ford por su autenticidad, su carácter fronterizo y su belleza agreste. En sus escritos se percibe cómo la ciudad le impresionó por la grandiosidad de su paisaje, la nobleza de sus gentes y la sensación de estar ante un lugar fuera del tiempo. No en vano, Ford fue uno de los primeros en incluir a Ronda en el imaginario romántico europeo, ese que poco después consagrarían otros viajeros y escritores como Mérimée o los pintores de la escuela orientalista.

Lo que Ford vio en Ronda no era solo un lugar pintoresco; era el símbolo de una España profunda, valiente, dramática y orgullosa. Esa misma visión sería la que plasmaría años después en su obra cumbre, el Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home (1845), una guía para viajeros escrita con tal nivel de detalle, cultura y entusiasmo que aún hoy sigue siendo una referencia obligada para entender cómo se veía España en aquellos años desde la mirada extranjera.

Ford, que había recorrido media Europa antes de llegar a la Península, encontró en Ronda y en la Serranía un microcosmos de todo lo que le seducía de España: toros, guitarras, hospitalidad, paisaje y cierta melancolía ancestral. Aunque su estancia en la ciudad fue breve, la incluyó entre sus lugares favoritos por su inaccesibilidad romántica, su arquitectura enclavada en la roca y su espíritu rebelde, herencia de su pasado bandolero y morisco.

Hoy, cuando caminamos por el Puente Nuevo o nos asomamos al tajo, es fácil imaginar a aquel inglés elegante, observador, anotando en su cuaderno la caída del sol sobre los riscos o caricaturizando con fina sátira a los nobles locales. Ford no vino buscando exotismo superficial: vino buscando el alma de un país y la encontró, entre otros lugares, en Ronda.

Ronda puede decir, con orgullo, que fue parte de ese mapa emocional e intelectual que Ford dibujó con tanto afecto por España. En un tiempo donde aún no existían ni las guías modernas ni los blogs de viajes, fue él quien nos puso en el mapa de los románticos del norte de Europa. Hoy, casi dos siglos después, su figura vuelve a nosotros como un viajero ilustre, un amigo británico que, sin haber nacido aquí, nos entendió mejor que muchos propios.

En su célebre obra A Handbook for Travellers in Spain (1845), Richard Ford dedica una atención especial a Ronda, destacándola como una de las joyas de Andalucía. En la tercera edición de 1855, titulada Andalucia, Ronda and Granada, Murcia, Valencia, and Catalonia; the portions best suited for the invalid, Ronda aparece en el título mismo, lo que subraya su importancia en la narrativa del viajero romántico .​

Ford describe a Ronda como una ciudad de impresionante belleza natural y riqueza histórica. Señala su ubicación sobre un profundo desfiladero, el Tajo, que divide la ciudad en dos partes y ofrece vistas espectaculares. Destaca el Puente Nuevo como una obra maestra de la ingeniería que conecta ambos lados del desfiladero. Además, elogia la plaza de toros de Ronda, considerándola una de las más antiguas y emblemáticas de España, y menciona la influencia de la familia Romero en el desarrollo del toreo.​

En sus observaciones, Ford también se refiere a las costumbres locales, la arquitectura morisca y la hospitalidad de los habitantes de Ronda. Su relato combina descripciones detalladas con anécdotas personales, proporcionando una visión rica y matizada de la ciudad.​

Estas referencias en su Handbook consolidan la posición de Ronda como un destino imprescindible para los viajeros del siglo XIX y reflejan la profunda impresión que la ciudad dejó en Ford durante su estancia en España.

Copia del libro de Rochard Ford: A Handbook for Travellers in Spain (1845) en PDF

Richard_Ford_A_Handbook_for_Travellers_in_Spain