FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS: EL FILÓSOFO DE LA LIBERTAD QUE ENRAIZÓ EN RONDA

En el corazón de la Serranía de Ronda, donde los barrancos se abren al abismo y el alma andaluza se respira en cada esquina, la figura de Francisco Giner de los Ríos sigue latiendo con fuerza serena. Filósofo, pedagogo, regeneracionista, pero, sobre todo, un amante de la libertad y de la naturaleza, Giner dejó una huella indeleble en esta ciudad que lo acogió más allá de lo anecdótico: Ronda fue, para él, un refugio del alma y una inspiración intelectual.
EL NACIMIENTO DE UNA VISIÓN
Francisco Giner de los Ríos nació en Ronda en 1839, en una España convulsa, aún anclada en viejos esquemas. Hijo de un abogado y magistrado liberal, Giner creció en un ambiente ilustrado y crítico, donde la idea de justicia no era una abstracción sino una vocación. Si bien su vida profesional se desarrolló principalmente en Madrid, nunca olvidó su ciudad natal, a la que regresaba con frecuencia para caminar sus montes, dialogar con sus gentes y alimentar su idea de una educación en contacto con la realidad.
LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA: UNA ESCUELA SIN MUROS
En 1876 fundó la Institución Libre de Enseñanza (ILE), uno de los proyectos pedagógicos más revolucionarios de la historia de España. Inspirado por el krausismo —una corriente filosófica que defendía la moral, la ciencia y la libertad— Giner impulsó una escuela sin dogmas, ajena a la rigidez estatal y confesional. En sus aulas no se aprendía solo con libros: se salía al campo, se observaban las estrellas, se hablaba con artistas y campesinos por igual.
En este sentido, Ronda, con su inmensa riqueza natural y humana, encarnaba su ideal. Decía Giner que “la naturaleza no es un lujo, sino una necesidad educativa”. Y pocas tierras hay más fértiles para esa enseñanza que las de la serranía.

RONDA COMO INSPIRACIÓN
Durante sus estancias en Ronda, Giner no solo descansaba: reflexionaba. Aquí caminó por la Alameda del Tajo, dialogó con los estudiantes del instituto, estudió las formaciones geológicas de la zona y se empapó de la tradición oral andaluza. Su mirada de filósofo encontraba en los paisajes rondeños una pedagogía del asombro.
Numerosos discípulos de la ILE visitaron Ronda alentados por Giner. Entre ellos, Manuel Bartolomé Cossío y Joaquín Costa, quienes compartieron la idea de una España nueva, culta, libre, nacida desde abajo, desde los pueblos y la tierra.

UN LEGADO VIVO
Hoy, el nombre de Giner de los Ríos resuena en calles, centros educativos y homenajes. En Ronda, su legado se recuerda con orgullo pero también con compromiso. Instituciones locales promueven rutas culturales, ciclos de conferencias y actividades escolares que mantienen viva la llama de su pensamiento.
Más allá de las placas conmemorativas, la verdadera memoria de Giner pervive en los niños que aprenden mirando al cielo, en los docentes que enseñan con pasión, y en todos los que creen que la educación es la semilla más poderosa para cambiar el mundo.
En un tiempo de incertidumbres y ruido, el mensaje de Francisco Giner de los Ríos sigue siendo radicalmente actual: educar no es domesticar, sino liberar. Y desde su balcón rondeño, su pensamiento aún contempla el horizonte.