Juan José Moreti: el alma que Ronda no olvida

Ronda tiene memoria. De sus piedras centenarias, de sus callejones que cuetan secretos antiguos, y también de sus hombres y sus nombres. Entre ellos, brilla con fuerza una figura que, sin buscar protagonismo, acabó siendo parte del alma de este pueblo: Juan José Moreti.

Juan José Moreti
Juan José Moreti

Nacido en 1951 en el seno de una familia trabajadora de Ronda, Moreti vivió el crecimiento de la ciudad desde sus rincones más humildes. Desde joven mostró una sensibilidad poco común. No se conformó con ser espectador de la vida, quiso interpretarla, dejar su huella, contarla a su manera. Y así fue como encontró en el arte —en todas sus formas— su lenguaje más propio.

Moreti fue muchas cosas: pintor, profesor, gestor cultural, pero, sobre todo, fue un tejedor de vínculos. Su carrera empezó modestamente, exponiendo sus primeras obras en cafés y salones de la Serranía, hasta que su estilo —una mezcla entre costumbrismo andaluz y un expresionismo contenido— llamó la atención más allá de Ronda. Pero nunca se marchó del todo. Siempre volvía. Siempre estuvo.

Como docente, dejó una huella profunda en generaciones de estudiantes rondeños. Enseñó más que técnica; enseñó amor por la creación, respeto por el paisaje, y una mirada que no se conforma con la superficie. Fue también uno de los impulsores de iniciativas culturales clave para la ciudad, desde pequeños certámenes de pintura hasta ambiciosas exposiciones que trajeron a Ronda nombres reconocidos del panorama nacional.

Pero su vínculo con el pueblo fue mucho más que profesional. Caminaba por el mercadillo saludando a todos, escuchaba más de lo que hablaba, y su casa —en la zona antigua, cerca del Puente Nuevo— siempre estaba abierta para quien quisiera compartir una copa de vino y una conversación honesta.

En 2017, el Ayuntamiento le rindió homenaje nombrándolo Hijo Predilecto de Ronda. Moreti, con su humildad habitual, lo agradeció con pocas palabras y una sonrisa que todos recordamos. “No soy más que un hombre que ama este lugar”, dijo entonces.

Hoy, aunque ya no está entre nosotros, su presencia sigue viva. En los cuadros que cuelgan en casas rondeñas, en las historias que se cuentan en los bares, en los jóvenes artistas que él inspiró. Ronda no olvida a los suyos, y mucho menos a uno que supo mirar con tanta ternura su belleza y su historia.

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